Saturday, October 25, 2008

Tiempos Turbulentos

Estamos viviendo tiempos tubulentos.

No paran de llegar malas noticias, lo que creemos que está bajo control, de golpe deja de estarlo y se transforma en un nuevo foco de tormenta. Los sistemas fallan, los planes son insuficientes y los planes alternativos fracasan antes de poder implementarlos. Nadie tiene el panorama completo, ni las máximas autoridades ni el hombre de la calle. Tienen visiones diferentes y enfrentan urgencias distintas. El tiempo apremia pero lo que era importante ayer ha dejado de serlo, hoy hay otras prioridades. Por otra parte la autoridad está desbordada, es limitada y además, cuando se quiere ejercer, limita.

En estas circunstancias, son necesarios nuevos liderazgos. Gente que desde su propia fortaleza y sus debilidades de un paso al vacío, un paso adelante, y haga un contribución significativa a resolver la crisis. Pero en estos casos, no hay una persona o una sola organización que se pueda hacer cargo de todos los desafíos que implica una situación tan compleja. Ya no importa quién está a cargo, quién debería liderar, lo que importa es que las funciones de liderazgo se ejecuten. Porque en estas situaciones aparecen los liderazgos colectivos, donde las distintas personas hacen una contribución significativa, donde los grupos o las sociedades ejecutanla función de liderazgo, es decir, se establecen metas y objetivos, se asignan responsabilidades y se alinea la tropa.

Y para eso se necesita transparencia, confianza, profesionalidad y mucho trabajo.

Lo anterior es producto de un trabajo del Center for Creative Leadership referido al tipo de liderazgo que surgió luego del paso del huracán Katrina por Nueva Orleans. Creo que se adapta muy bien a la situación en la que vivimos nosotros en los Andes y ayuda a explicar el tipo de liderazgo que se necesita en situaciones complejas. Se aplica increíblemente bien ya que nosotros en Los Andes fuimos claramente un caso deLiderazgo Colectivo.

También se aplica al mundo que vivimos hoy. Yo no tengo la solución a la crisis ni mucho menos. Yo solo digo que he pasado por situaciones muy difíciles en mi vida, y que de las crisis podemos y debemos salir fortalecidos. Porque se puede. Pero también es un llamamiento a que cada uno ocupe su lugar y haga esa mínima contribución significativa, y aunque no tenemos todas las respuestas, tengamos confianza de que vamos a salir. Aceptando lo mal que estamos pero sabiendo que vamos a salir adelante.

Con transparencia, confianza, profesionalidad y mucho trabajo.

Bonus Time. (Tiempo Extra)

Desde que empecé a caminar y a hablar de nuestra tragedia de los Andes aprendí algunas cosas.

He escuchado decir a Nando que “deberíamos estar todos muertos”. Y la verdad es que sólo hace un tiempito me di cuenta lo que quiere decir esa frase.

Después de accidentarnos en la montaña, sobrevivir a la caída y después sobrevivir más de 24 horas a más de 4.000 metros de altura, sin entrenamiento, sin la ropa adecuada, sin la alimentación correcta y sin saber qué hacer, es realmente increíble que aún estemos vivos. Nos deberíamos haber muerto hace rato. Sin hablar que después de esas primeras 24 horas, sobrevivimos 72 días más, cada vez peores condiciones.

Pues, la verdad es que nunca lo había visto así. De hecho, hace unos pocos días, un mendocino conocedor de la montaña me lo dijo, “Ustedes no deberían haber sobrevivido. Aún si quedaban vivos después del choque, deberían haber muerto todos, era lo lógico. Nadie resiste la hipotermia por comer nieve, vivir mojado, soportar 30 grados bajo cero, dormir a la intemperie en el medio de la montaña, el riesgo de la embolia cerebral, la deshidratación, la necesidad de ingerir más de 5000 calorías por día para mantenerse activo, el riesgo del mal de altura, el riesgo de caminar sin rumbo por la montaña, tantas cosas que explican porqué deberían haber muerto”. Por suerte, en ese momento no lo sabíamos y tampoco pensé en ello durante mucho tiempo.

Ahora, si deberíamos haber muerto hace 36 años, qué estuve haciendo toda mi vida, he estado viviendo un “bonus time”? Pues por suerte no lo he sentido así, me olvidé de mi bonus y viví como cualquier otra persona, pero ahora miro para atrás y disfruto y agradezco  haber vivido en “bonus time”. Por otra parte, todos pasamos por situaciones límites, casi todos tenemos alguna experiencia cercana a la muerte en nuestra vida, y no se puede morir un poquito, morimos o no, y todos los que hemos sobrevivido a situaciones cercanas a la muerte, vivimos de hecho en “tiempo de bonus”. De alguna manera,  la vida en sí es un milagro, cuantas otras cosas nos podrían haber pasado y no pasaron.

No es que en sí la vida es un “tiempo extra”?

Wednesday, October 22, 2008

Reuniones Difíciles

Nuestra historia es dura e increíble para nuestros familiares y amigos, que salvo algunas de nuestras madres, nos habían dado por muertos y sin embargo, después de 72 días volvimos de la muerte. Flacos, duros y groseros, pero volvimos de la muerte.

Pero nuestra historia es tremendamente más dura e increíble para los familiares y amigos de nuestros amigos que no volvieron, porque para ellos, nuestra sobreviviencia les recuerda a sus hijos, que no eran ni mejores ni peores que nosotros, pero que estaban sentados en el lugar equivocado el día que chocamos en la montaña, o que estaban durmiendo en el lugar equivocado el día que nos cayó el alud. Muchos de ellos hubieran hecho contribuciones muy significativas en nuestro proceso de sobreviviencia y posiblemente habrían hecho contribuciones aún más importantes en sus vidas si hubieran sobrevivido.

Sin embargo, hoy solo puedo pensar en ellos y agradecer en silencio lo que hicieron al morir, permitiéndonos a nosotros sobrevivir y poder contarlo. He tenido muy poca relación con los familiares de quienes no volvieron, en parte porque después del accidente me fui a vivir a Buenos Aires. No he compartido con ellos momentos, nunca les he podido decir nada importante. La verdad es que he pensado poco en ellos, siempre miré para adelante. Qué otra cosa debería haber hecho?

En realidad, poco después de salir de la montaña, fui a ver a los padres de algunos de los fallecidos. Fueron reuniones difíciles, yo volvía vencedor de la muerte, feliz de haber sobrevivido, con toda la vida nuevamente por delante y muy joven. Ellos estaban recibiendo en ese momento la peor de las confirmaciones, sus hijos no iban a volver, y yo no me daba cuenta lo que les estaba diciendo.

Saturday, October 18, 2008

Testimonios que me llegan.

Me impresiona mucho la gente que toma valor de sus experiencias más difíciles y las comparte.

Hoy me sucedió dos veces. Después de jugar al golf, uno de mis amigos contó a quien estábamos con él, qué había significado para él la muerte de un hijo de dos años de edad. El niño había nacido con una enfermedad neurológica grave y le dedicó una enorme atención, pero un día, mientras dormía en sus propios brazos dejó de existir. Mi amigo nos contó que tras un momento de desesperación, había podido dar vuelta la página, y desde entonces siente que es mejor padre, mejor esposo, mejor persona. Ha logrado superar su montaña, está en paz consigo mismo y vive una vida plena de energía y amor.

Ese mismo día, otro de mis amigos cuya esposa había fallecido dos meses atrás tras una dolorosa enfermedad, me contó cómo había cumplido con su último deseo. Había llevado sus restos a un lago en el sur de la Argentina donde ellos habían pasado momentos imborrables, y rodeado de un grupo de amigos y familiares había arrojado sus cenizas a un arroyo que corría hacia el lago. Luego, algunos dijeron algunas palabras en memoria de su mujer y después en paz y alegría todos comieron un asado. Con lágrimas en los ojos me contó la enorme emotividad que rodeó ese acto y lo bien que él se sintió. Ahora, mi amigo con serenidad está tratando de reencontrarse consigo mismo y tomar fuerzas para seguir adelante con su vida.

Testimonios increíbles que me llegan mucho, después de una mañana de golf.

Wednesday, October 15, 2008

Volando a Miami

Mi circunstancial compañero de viaje quedo impresionado cuando le comenté que yo era un speaker de "Experiencias de Sobrevivencia". "Claro", me dijo "sobrevivientes de la crisis financiera". Cuando le conté de qué se trataba, no lo podía creer. Abrió sus ojos y con la cara llena de excitación me dijo, "los del equipo de rugby?"

Estaba entusiasmadísimo. Me dijo que nosotros éramos un mito, como Shackleton, como los astronautas que fueron a la luna y que exploraron lo desconocido, acercando la luna a los seres comunes. Casi como Indiana Jones!!

Bueno amigo, lo nuestro es extraordinario sin duda, (aunque no nosotros), pero experiencias limite siguen habiendo. En este mismo momento. Si no, piensa en  Ingrid Betancourt, hasta hace poco estuvo secuestrada en la selva y rodeada solo de "verde" por más de 7 años. O en otras historias que ahora no conocemos pero que algún día saldrán a luz.

De todas maneras, rescato lo místico, lo que está por encima de nuestras historias individuales. Lo que hace reflexionar a la gente de la enorme capacidad del ser humano para superar sus propias montañas. Lo nuestro fue tan límite, que quién nos escucha nos siente cerca, nos da autoridad y nos cree. Mi amigo de vuelo me decía que él tenía dificultades para comunicarse pero que creía que lo nuestro era una enorme herramienta para "abrir corazones".

Justo ayer escuché una parte de una entrevista a Alfredo Barragán, el Capitán del Atlantis, quién con 4 amigos atravesó el océano Atlántico en 1984 a bordo de una balsa sin timón ni motor. Me gustó mucho su frase final. Dijo cuando estaba llegando al puerto: "que el hombre sepa que el hombre puede".

 Bien Alfredo, linda frase de verdad.

Friday, October 10, 2008

Accidente en Los Andes: el 13 de Octubre de 1972


En estos días se cumplen 36 años de la fecha en que nos caímos en los Andes. Es mucho tiempo. Los recuerdos están borrosos, el tiempo ha pasado.

En realidad, nunca tuve recuerdos precisos del accidente en sí. El tiempo y nuestros mecanismos de defensa han bloqueado quizás para siempre muchas de las situaciones.

Tengo imágenes. Algunas mezcladas con escenas de películas referidas al hecho, pero he podido ir separándolas de la realidad con lo cual, me quedo con pocas cosas, pero más claras. En ninguna película están las imágenes que recuerdo.

Recuerdo vagamente nuestra escala en Mendoza, parte de lo que hicimos esa noche y en la mañana siguiente, pero nunca pude reconocer el hotel en el que pasamos la noche. He ido mil veces a Mendoza, al principio traté de buscar el hotel, después simplemente me olvidé del tema. Sí he reconocido el viejo aeropuerto donde pasamos largas horas esperando que los pilotos decidieran levantar vuelo, pero no puedo reconstruir, como tampoco lo puedo hacer con otras partes de mi vida, todo lo que hice aquellos días. Lamentablemente, soy de poca memoria. Sé que por la mañana estuvimos con Felipe en la Universidad de Cuyo y  que un profesor nos llevó después hasta el aeropuerto. 

Del vuelo tengo imágenes. Sé que iba al lado de Felipe, pero no recuerdo ni el asiento que me tocó ni siquiera de qué lado estaba. Trato de recordar sensaciones, pero aquí se me mezclan con escenas de películas o imágines de vuelos posteriores que he hecho por el mismo camino y las descarto.

Lo mismo del accidente en sí, recuerdo la sensación de incertidumbre e incredulidad, la sensación de angustia, de impotencia, de ver la cordillera muy cerca desde un avión que se agitaba en la montaña. Tengo la impresión del choque, una explosión, de repente nada nos separaba de la montaña, estábamos a la merced del destino,  del próximo golpe, no había mucho para pensar, no hay mucho para recordar, lo lógico hubiera sido haber muerto, pero detalles, no los tengo. Recuerdo la cara de Felipe con sus anteojos rotos ya muerto a mi lado. Eso no está en ninguna foto, en ninguna película. Después, levantarse entre hierros retorcidos sin entender mucho lo que pasaba. Pero no mucho más. 

En fin, esto fue hace 36 años, a veces  intento recordar más, pero no puedo.  Supongo que es lógico y razonable, y está bien que sea así.

Monday, October 6, 2008

"La Sociedad de la Nieve", Reunión en Montevideo

Como parte de la campaña de lanzamiento del libro “La Sociedad de la Nieve” de Pablo Vierci, que será publicado a fin de octubre, fuimos convocados por la Revista de La Nación y el diario El País de Montevideo para una entrevista grupal y tomas fotográficas.

Fui a la reunión con algo de inquietud, nunca había participado en una entrevista grupal, pero desde que hablo públicamente del tema, no quería dejar pasar esa experiencia. Y la verdad es que no me arrepiento, fue realmente interesante.

La periodista hizo algunas preguntas generales que recibieron contestaciones absurdas. Como “porqué hacíamos el libro” o bien “si este era el legado para nuestros hijos”, y para mi alegría las contestaciones que obtuvo estaban al nivel de sus preguntas, “lo hacemos porque Pablo nos lo pidió” o “ no, nuestros hijos ya saben todo”. El grupo funcionaba como siempre.

De todas maneras, al principio aparecían frases muy armaditas, muy como para la prensa. Mis hermanos sobrevivientes hablaban de lo única que era nuestra experiencia, de que éramos una prueba viva de trabajo en equipo, de lo grandioso que había sido lo que hicimos, de porqué el mundo nos escucha y porqué mantenemos la vigencia. Me di cuenta de que no sólo yo estaba incómodo, estábamos siendo muy mediáticos.

Pero después nos olvidamos de la periodista y empezamos a hablar entre nosotros, y ahí la periodista obtuvo enorme material para hacer una buena nota. Alguien dijo que nuestra antropofagia no era lo esencial en nuestra sobrevivencia, que fue una anécdota más de lo que nos pasó, que fue lo que nos permitió llegar hasta el día 72, pero que hubo muchísimas cosas más que explican cómo pudimos salir de la montaña. Sin embargo, después nuestra conversación, solita, fue derivando hacia ese tema, de cómo empezamos a alimentarnos, de cómo se tomaron las decisiones, de cómo al principio a algunos les costó hacerlo pero después lo tomaron con enorme naturalidad. Hablamos bastante de cómo nos manejamos a la vuelta, cómo es que fuimos tan lúcidos para no contarlo apenas salimos de la montaña, sin coordinación previa, sin haberlo discutido entre nosotros primero. Lo que surgió allí, fue que nadie nos lo preguntó. Pese a que para mucha gente era obvio, a nuestros familiares que nos recibían ni se les ocurrió que eso podía haber pasado. Estaban tan impresionados de que estábamos volviendo vivos después de 72 días perdidos en la montaña, que ninguno nos preguntó nada. Sólo después se enteraron, cuando les confirmamos rumores y a algunos que les costó aceptarlo. Por suerte ese no fue mi caso, en realidad, nunca me enteré.

De todas maneras, la nota será publicada el 26 de octubre próximo. La periodista tiene material para hacer una excelente nota, ojalá salga bien.